El sistema penitenciario de Guatemala atraviesa una crisis tras la fuga de 20 pandilleros del Barrio 18 desde la cárcel de máxima seguridad Fraijanes II, un hecho que evidenció graves fallas de seguridad, corrupción interna y falta de control en los centros penitenciarios.
El Ministerio Público llevó a cabo allanamientos en el Ministerio de Gobernación y en la Dirección General del Sistema Penitenciario, solicitando órdenes de captura contra exfuncionarios involucrados en la evasión, entre ellos Claudia del Rosario Palencia Morales, Ludin Astolfo Godínez y Heladio Antonio Ramos Ramírez. En paralelo, el presidente Bernardo Arévalo aceptó la renuncia de la cúpula del Gabinete de Seguridad y designó a Marco Antonio Villeda Sandoval como nuevo ministro de Gobernación, en un intento por transformar y fortalecer el sistema penitenciario guatemalteco.
En contraste, el sistema penitenciario salvadoreño, bajo la administración del presidente Nayib Bukele, ha demostrado ser más eficaz y seguro. Los penales en El Salvador se rigen por estrictos protocolos de orden y disciplina, confinando a pandilleros en unidades de alta seguridad y aplicando medidas de control que han reducido la violencia interna y garantizado la supervisión constante de los reclusos. La diferencia entre ambos países resalta la debilidad estructural de Guatemala y evidencia la necesidad urgente de reformas profundas que incorporen eficiencia, control y transparencia.