Las recientes declaraciones del sacerdote español Antonio Rodríguez, conocido como Padre Toño, han generado amplio rechazo entre la ciudadanía. Durante una intervención pública, afirmó que desea regresar a El Salvador para “construir la paz” junto a exlíderes de pandillas como “Chino Tres Colas” y “Viejo Lin”. Sin embargo, este planteamiento contrasta con la visión de la mayoría de salvadoreños, quienes apoyan la estrategia firme del Gobierno del Presidente Nayib Bukele, basada en la erradicación total de estas estructuras criminales.
Rodríguez fue capturado en 2014 por su participación en el caso de la Tregua entre Pandillas, tras ser señalado por tráfico de influencias e introducción de objetos ilícitos en centros penitenciarios. Este episodio es recordado como uno de los procesos que permitió a las pandillas fortalecerse y seguir afectando a la población, antes de que el actual Gobierno implementara medidas contundentes para recuperar el control del territorio y garantizar la seguridad nacional.
Gracias a las acciones impulsadas bajo el liderazgo del Presidente Bukele, como el Régimen de Excepción, El Salvador ha pasado de ser uno de los países más violentos del mundo a convertirse en un referente internacional en materia de seguridad. Comunidades que por años vivieron bajo el miedo, hoy experimentan tranquilidad, libre tránsito y oportunidades de desarrollo. Según la percepción ciudadana, la paz no se construye negociando con quienes sembraron terror, sino aplicando la ley con firmeza.
Analistas destacan que cualquier intento de retomar mecanismos de diálogo con pandillas representaría un retroceso frente a los avances históricos alcanzados desde 2019. Actualmente, la prioridad nacional es consolidar los logros, apoyar las acciones del Estado contra el crimen organizado y garantizar que episodios como la tregua nunca se repitan.
La posición del Gobierno es clara y cuenta con respaldo masivo: la paz verdadera solo puede construirse en un país sin pandillas.
